Tenemos que fijarnos en hombres que nos valoren tal cual somos. Así decía en resumidas cuentas un inbox lleno de sentimiento y después de una larga reflexión que nos envió una amiga a un grupo que ya es casi terapéutico y entre las cuales nos desahogamos y contamos nuestras aventuras y desventuras amorosas.
Ya hace un año que volví a éste loco mundo de la soltería, el conocer gente, las citas, las ilusiones y las desilusiones. Después de una larga relación de la que salí prácticamente corriendo, ahogada y en espera de algo mejor, sólo he obtenido malas experiencias en éste ámbito.
Leyendo el inbox, algo hizo click en mí y es que no podemos estar recordándonos como una tabla de multiplicar, como un padre nuestro o en un intento de convertirlo en hábito y que de esa manera se grabe en nuestro inconsciente el que somos mujeres valiosas y que la persona con la que estemos nos debe respetar en las palabras y en los hechos. El amor propio es algo que se tiene si o si, pero que se cultiva. Eso sí, ese “cultivo” no es algo que deba trabajarse de un día para otro, no es que un día despertemos y decidamos que nos vamos a querer más a nosotras mismas y así mágicamente va a aparecer un hombre maravilloso, el príncipe azul con el que el patético y mentiroso de Walt Disney nos embolinó la perdiz desde chicas.
Tenemos que querernos porque si, porque somos capaces de reírnos y de llorar, porque algunas veces somos expertas en nuestros temas, nuestras carreras y porque muchas veces no tenemos idea en dónde estamos paradas. Yo me quiero porque me hago reír, me rio de mi misma, de las tonteras que hago y las cosas patéticas que me pasan, porque como puras tonteras y soy cero fitness, me quiero porque corro 2 minutos y se me aprieta el pecho de tan fofa que estoy, me quiero porque sonrío al mundo y porque soy mañosa, me quiero porque soy lo que soy y puedo mejorar o empeorar. Eso es lo que soy y lo que puedo ofrecer. Si conozco a un hombre que me acepte tal cual soy pero que también me provoque cosas, al que admire no por las invitaciones, “fama” o lo que materialmente pueda ofrecerme, sino porque me hace reír y sobretodo me hace FELIZ, voy a entregar lo mejor de mí y creo que ese día no voy a necesitar “sentirme respetada” porque ni siquiera voy a pensar en eso, no voy a tener tiempo de pensar en eso porque voy a estar ocupada viviendo, feliz y tranquila, sintiendo mariposas.
Cada mujer tiene la vida amorosa que se merece y que busca y eso lo he comprobado. Terminé bien hastiada de una larga relación llena de estabilidad pero aburrida y sin ninguna proyección en común. Quería algo más entretenido, con más adrenalina, quería pasión, aventuras, etc. Dicho y hecho! Y ahora la perla me quejo que no me “valoran”? (es una broma!), “insatisfacción garantizada” como diría mi papá.
En fin, creo que el “filtro” o “criterio” que debemos utilizar para “encontrar” a un adonis que valga la pena no es el “respeto que me demuestre” sino la felicidad que me provoque, lo que se traduce no en unos minutos de felicidad versus varios ratos de disgustos, sino en una felicidad general, el no estar preocupada de nada, sólo de vivir tranquila el sentirse enamorada. Creo que el día que me enamore, simplemente lo voy a saber y no voy a necesitar demostraciones de cariño ni respeto, como tampoco el esperar algo más. Por mientras? Nada! RegalonearME, disfrutarME, quererME, preocuparme de lograr mis metas más personales y prepararme para cuando llegue ese amor increíble, no ande “paviando” y pensando en tonteras sino por el contrario estar atenta y dispuesta a disfrutarlo.
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